lunes, 13 de enero de 2014

Maestra de preescolar, una segunda mamá...
Una maestra ejemplo de amor y entrega resalta que el trabajo padre-docente es vital para los niños.
Pasar 30 años de la vida en una labor digna de respeto, como la docencia, es hacerse merecedor de un reconocimiento que no sólo exalte el profesionalismo, sino que resalte la parte humana que indudablemente supera todo. Es el caso de la maestraMartha Stella Lasso de Cortés, quien orgullosamente dedicó la mitad de su vida a enseñar con amor.
Mirar a los niños siempre con el mismo afecto, sin importar clase social, condiciones de vida, raza, color o costumbres familiares, fue la clave para que la "profe" Martha recibiera el cariño incondicional y enorme no sólo de los niños, hoy adultos, sino de sus padres. Siempre estuvo pendiente de sus necesidades. Si un niño estaba triste se preocupaba por saber el por qué y solucionarlo, y si estaba feliz se esmeraba para que su sonrisa fuera duradera.
Su trabajo siempre fue más allá de las aulas, siempre estuvo pendiente de las codiciones físcas de sus niños, pero antes de ésto, de la parte emocional de los pequeños. Estaba convencida de que un niño sano en todos los sentidos podría aprender, si no era así, se debía primero tratar con amor el problema de raíz. Fue así como logro sacar adelante niños que hoy son grandes personas, profesionales que la recuerdan con amor y siguen diciendo con orgullo que ella fue su maestra.

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